martes, 7 de junio de 2011

La verdad sobre "La Feria del Libro"





Pues oye, te lo pasas bien, porque el chico de los refrescos no le cobra la bebida a los autores que firman libros (me puse ciega de botellines de agua). También te preparan una mesa (la trae el mozalbete fuertote, y te pregunta dónde quieres que la coloque para que firmes bien). “Póngala aquí, al fresquito, por favor”. La gente ojea y hojea y te mira con cara de despiste, como diciendo: ¿Y tú quién eres?... Los niños sí que lo tienen claro, sobre todo buscando a sus héroes y heroínas de televisión; competir con “Dora, la exploradora” fue todo un reto, je, je.

Lo que más gracia me hizo fue ver al señor que firmaba en la caseta de al lado, con los brazos en jarra y el bigote torcido (pilló un mosqueo). Mira que se lo curraba con sus libros “Oiga, no se vaya de la Feria sin este libro”, les aconsejaba a todo el que se le ponía a tiro, pero nada, que ahí (no nos engañemos) los que triunfan son los grandes: Punset, la otra y el otro...

Ahora que, fue una bonita experiencia ver mis libros junto al resto de consagrados y aprendices; oír mi nombre por los altavoces y compartir la mañana con algún que otro amigo que se acercó a saludarme y comprar mi libro (detallazo mayúsculo):

Gracia, a la Librería Lorca, de Arroyo de la Miel.

Gracias a Miguel, el chico de la bici.

Gracias Mariano, el que dicen que se parece a Papá Noël.

Y muchas gracias también a mi jefe, Paco Moreno, que se acordó de que yo estaba en la Feria y se acercó a saludarme.

Confidencial:

1.-Vendí dos libros en una hora (no sé cómo irá la quiniela, porque la Feria dura una semana).

2.- Regalé uno de mis libros a una niña, que vi que le gustaba y su mamá se empeñaba en comprarle uno de inglés.

3.-Dejé un ejemplar al señor amable de “Libritos”, una magnífica librería que me recomendó Yolanda, mi librera (jo, qué bien suena eso de “mi librera”).

4.- Me reencontré con una persona encantadora, que vino en bici a todo correr para saludarme y comprar mi libro.

5.- Tomé el solecito. Y me encontré con otros amigos: Valentin Kovatchev y Charo, su mujer; que iban para El Rectorado, donde Valentín exponía su magnífica colección de grabados.

6.- Me hice fotos con mi hijo, su novia, los amigos, la librera y todo el que se dejaba (que luego hay que presumir de público, je, je).

Toda una sorprendente y mágica jornada. Una experiencia única.

¡Qué más se puede pedir!

8 comentarios:

Tempus fugit dijo...

Una jornada perfecta.


besos

Ardilla Roja dijo...

Aroa no tiene nada que envidiarle a Manolito Gafotas y si no al tiempo.

Felicidadesssss!!!

Paseo por las nubes dijo...

¡Muak! Luis.
¡Muak! Ardilla.

Un día de estos os preparo una sorpresita (nada, un detalle-premio a vuestro cariño; porque sobran razones).

Alfredo dijo...

Pues eso, que gracias por conocerte y por estimularnos a escribir.
Que lo hagamos mal, ya no tienes la culpa.

Besos.

Paseo por las nubes dijo...

Alfredo, gracias a ti, por todos los detalles que tuviste cuando nos conocimos en Valencia. Y lo de estimular a que la gente escriba no es ningún mérito, es que me gusta. Pero bueno, que me voy a poner sensible, je, je.

¡¡¡Muak!!!

Susana dijo...

Mi más sincera felcitación, Merce. Y un beso!

Paseo por las nubes dijo...

Muchas gracias, Susi. La verdad es que ha sido una bonita experiencia. Ahora, toca seguir escribiendo, que es lo que me gusta.

Besotes, mil.

Marina Aoki dijo...

Hola Mercedes, estoy convencida por la experiencia que pude vivir con mis niñas cuando recibieron el mundo de Aroa, que la niña a la que le regalaste el libro volverá a leer sobre Aroa y en ingles para mayor disfrute de su madre,en un futuro muy cercano.Felicidades