miércoles, 28 de julio de 2010

Carrera de fondo y pluma


Hoy, me ha llegado un magnífico artículo de Pérez Reverte, donde habla del oficio de escribir, y estuve reflexionando sobre ello.

Recuerdo que, cuando yo empecé en este mundillo y aprendí a sacarme las espinitas del desamor, los sinsabores de la vida, a contar historias ´ñoñas´, a manejar personajes..., cualquier cosa que yo volcara en el papel, me parecía una joya. No porque lo fuera, sino porque yo, en ese momento, me asomaba a una ventana especial: un mundo mágico, diferente, en el que podía comunicarme con otros (lectores imaginarios) y contarles mis secretos, mis proyectos, mis… mis…, sin ningún pudor. Además, los lectores imaginarios siempre me escuchaban, me comprendían, me guardaban el secreto y eran mis amigos incondicionales.
Las hojas (porque cuando yo empecé a escribir no había ordenadores) se acumulaban en los cajones, en las carpetas, en el bolso…, a la espera de una oportunidad mejor. Yo no sé si por miedo, por vergüenza, inseguridad o por el motivo que fuera, yo era feliz así, con mis lectores imaginarios y galanes: dice Platón que ´el círculo pensado es el círculo perfecto´.
El caso es que un día, estuve conversando con una amiga que también escribía “a escondidas”; no sé por qué todos empezamos a escribir así, quizás porque eso de decir que escribes, a la mayoría de la gente, le produce una risita imprecisa; mientras que decir, por ejemplo, que te machacas en el gimnasio para que tu amiga no luzca mejor culo que tú, no. Como digo, aquel día, estuve comentando esta faceta mía con una persona. Y, claro, lo primero que surge es: “Ay, déjame que lea algo tuyo”. Y es entonces cuando se te ensancha el pecho, la sonrisa y la pluma. Y vas y se lo pasas: “Esto lo escribí un día que…” “Aquello se me ocurrió una tarde…” “Lo otro surgió porque…” Y le confías tu “prole” a la amiga, con la esperanza de que, la próxima vez que la veas, se te va a tirar a los brazos alabando lo guapísimos y encantadores que le han parecido tus “niños”. Pero no. Te sientas en la cafetería, pides el desayuno, la miras, ella te mira interrogante, tú sacas el abanico para disimular, ella te habla del tiempo, tú le das la razón (aunque te parezca que ese verano no hace más calor que el anterior; pero es de supervivencia darle ahora la razón a tu amiga en todo… ). ¿Y de tus escritos?, nada. Y como no te gusta parecer arrogante, ni que se note que te mueres por saber lo que le han gustado tus historias, pues disimulas y añades: “He llegado un poco tarde porque estaba terminando un relatillo que empecé la semana pasada”. Y ella, por fin, se acuerda… “Ah, oye, leí lo que me dejaste” “No me digas. ¿Sí? ¿Y qué te ha parecido?” “Bueno, algunas cosillas están muy bien” (Jo, piensas, ésta no tiene ni idea). Y ella sigue: “La verdad es que la historia esa de la muchacha que recibe cartas de un extraño no me ha quedado muy clara. ¿Era él o no era él?” Y es en ese momento, cuando te das cuenta de que tus “niños” donde mejor están es en tu casa y en tus cajones. Pero, te han despellejado: literalmente, te sientes como si te hubieran arrancado la piel a ´cachos´ y, ahora, todo escuece. Pasa una semana…, dos…, tres…, casi cuatro… Y nada. Es que ni el papel ni la pluma ponen de su parte. ¡Mierda! He perdido la inspiración. Pe-ro…, como las amigas siempre tienen un buen consejito-alfiler a mano para hacerte reaccionar, pues va y, en el siguiente café que te tomas con ella, te suelta: “Oye ¿por qué no te apuntas a un taller literario? Yo es que no tengo tiempo, pero conozco a un chico que asiste dos veces por semana y está encantado” Y ya te lo ha dicho todo: "Necesitas instrucción, monina". Y tú, de entrada, le agradeces la información, pero vamos… ¿qué me van a enseñar a mí nadie?...
Pasa una semana…, dos…, tres…, casi cuatro… Y nada. El papel y la pluma ni mirarse.
Entonces, mal que te pese, tienes que hacerle caso a tu amiga. Y es cuando descubres eso de que, escribir es un arte, un oficio (a menos que seas un ´lumbreras¨, que también los hubo). Porque, no nos engañemos: en pintura, decir que has pertenecido a tal o cual escuela, es un grado (ni mejor ni peor que el autodidacta; pero ahí está). En escritura, no ¿...? Además, si das con un ´mago´, un adiestrador de la palabra, que sepa conducir tus trazos, al menos, las satisfacciones personales estarán garantizadas. Pe-ro, OjO, que el entrenador no está ahí para darte palmaditas en la espalda y buchitos de agua (vete, sino, a correr por tu cuenta). Y, aunque te parezca que “dar cera y pulir cera” no sirve para nada, hay que machacarse los ´fingers´y la azotea.
¿Escritores?..., a mogollón los hay en el gimnasio (por compararlo con lo de machacarse el cuerpo). ¿Deportista de élite?...: ejen..., eso es otra cosa (y no imposibe). Eso sí: entrenamiento duro; sinsabores; papelera hasta los topes; volver a empezar; inténtalo de nuevo; repite el ejercicio; trabaja más duro; mira al frente; no te desanimes; suda; sube, baja; venga, que tú puedes; toma la toalla; escupe; bebe agua, no pares…
¿Tú qué te creías, que lo de "mellegaronsuspalabrascomoelrocíodelamañana" le interesa a alguien?...
Y, quizás, sólo “quizás”, un buen día, después de dejarte el pellejo en el circuito, suene el himno nacional para ti. Mientras tanto, a modelar cuartillas. Y es cuando pienso: "¡Ahora! Ahora, voy por buen camino, porque es todo cuesta arriba (cuesta abajo, va cualquiera). Y miro atrás con respeto, y veo, con una sonrisa nueva, ese momento en el que yo tomé papel y pluma pensando que mi madre había parido una Premio Nóbel, porque yo sabía juntar letras y hablar de mis cosas (algo que sigo haciendo, pero ahora, con mejores zapatillas, un buen entrenador y controlando el ritmo cardíaco).
Desde aquí, le mando un beso a mis primeras hojitas tiernas e ingenuas, porque es ahí donde comenzó todo. Y a ti: gracias por acompañarme en ésta, mi carrera de fondo y pluma.

3 comentarios:

Tempus fugit dijo...

¿Será que escribir es pensar y sentir con tinta... y algunos no se atreven a pensar ni a sentir?



besos

Mercedes dijo...

Buena reflexión, De cenizas. Lo has "pillado" enseguida.
Besillos de compañeros de viaje.

Paseo por las nubes dijo...

Ay, perdona... Estaba trasteando en mi otro blog y apareció la entrada de superviviente. Oye,pero ha quedado simpática la parejita ¿no? ji, ji.

Más besillos.