Me ha dicho un amigo que
esto de que aparque mi blog le parece un sacrilegio
(palabra que, si no recuerdo mal, tiene algo que ver con un
pecado gordo...). Véase: Sacrilegio: “Lesión o
profanación de cosa,
persona o lugar sagrado”.
Pues, no sé yo… Igual, lo de lugar sagrado sí que lo entiendo.
Porque, a ver, ¿qué se supone que es un blog?... ¡Ay!, ahora mismo
no tengo las neuronas para disertaciones… ¿Lo
dejamos en: templo para el culto personal donde se aceptan
donaciones dialécticas?...
El caso es que le he dicho a mi amigo que, en realidad, lo que ocurre es que a mí no me
va eso de:
va eso de:
Lunes: Quería contaros que me he comprado un sofá…
Martes: Me avisaron de la tienda diciendo que hoy me traerían el sofá…
Miércoles: Estoy muy disgustada; el sofá que compré no entraba por la puerta del comedor…
Y dice él (mi amigo) que esto es lo mismo que cuando yo escribo, por ejemplo:
Hoy pisé una mierda de perro y me inspiró este poema; y añado el poema a mi blog
(y además, gusta).
Hoy pisé una mierda de perro y me inspiró este poema; y añado el poema a mi blog
(y además, gusta).
Igual pensaba dejar esto del blog porque me valoro poco, o porque, en realidad, empiezo a opinar como Oscar Wilde, cuando dice:
"Un verdadero artista prescinde totalmente del público" (jo, ¿a que voy a contagiarme de esa vanidad que tanto odio?).
"Un verdadero artista prescinde totalmente del público" (jo, ¿a que voy a contagiarme de esa vanidad que tanto odio?).
También ocurre que una
anda algo sensibilera, que no sé si existe la palabra; voy a ver…
(…). Pues no. Dice la RAE en su
vigésima segunda edición: “La palabra Sensibilera no
está en el diccionario”. Anda, pues sí que me valoro poco, porque
inventar palabras que se le escapen a la RAE, es toda una proeza,
¿o no?... En fin, a lo que iba…, que ya no me acuerdo. Es igual…
Lo que yo quisiera saber
es por qué engancha tanto esto de los blogs. Fácil… (vuelve a decir mi
amigo): Cuando añades una entrada nueva (la que sea; da igual que
te la hayas currado o que la copies de Google, enseguida acude gente
a pellizcarte: «¡Ay! Lo que
vales, nena». Y se nos derrite el
ego, como cuando éramos niños; etapa en la que tanto daba que te
montaras una torre con alfileres de la ropa como que te hurgaras la
nariz hasta el fondo, todo eran carantoñas y achuchones. Y claro,
ahora, como no nos miman, pues:«¡Me voy a mi blog, que ahí sí que me quieren!»: ¡Plaf!
¡plaf! ¡plaf!... Añades tu entrada y a esperar.
Tic-tac, tic-tac…
Y después de, por lo menos ¡¡dos minutos!! ¡Bingo! Gente en el rellano.
5 comentarios:
Besos querida Mercedes :-)
Muchas gracias por estar ahí. Besos para tb para ti.
Me ha gustado mucho tu post. No sé si el tener un blog es una especie de reflejo de cómo es uno mismo. Yo escribo en mi blog, porque me encanta escribir así de sencillo. Mi escritura podrá gustar más o menos blogueros, lo único que pretendo es divertirme yo misma al escribir y comentar en otros lugares. Siempre atiendo y respondo a todos los comentarios, sean felicitaciones o críticas. Tan sólo se exige educación y respeto por el tema que trate. Un beso
Aunque no hago mucho acto de presencia por las escaleras (virtuales), ¡me encanta asomarme de vez en cuando a tu rellano! Un beso de los grandes. :)
Águeda, yo creo que sí, que el blog refleja algo de lo que somos, como todo lo que nos rodea, como la forma de vestir, los colores que usamos y los libros que leemos. Muchas gracias por asomar por aquí. Besos bloggeros (o como se diga).
Mar, guapísima. No te preocupes, yo tampoco paseo mucho por ahí, pero los lazos no se rompen y da alegría encontrarnos. Pasaré por tu casa-blog a tomar una infusión y charlar un día de estos.
Besos en el rellano.
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