Estamos en junio, y me faltan tres meses para cumplir nueve años.
Yo no sé si con esta edad se puede
tener novio, aunque me gusta un niño que se llama Dani. Es de mi
cole y tiene los mismo años que yo. También vive en mi
urbanización.
La otra tarde me dio mucha vergüenza
que me hablara, porque creo que cada vez se me nota más que lo
quiero y no quiero que se entere. He pensado escribirle una nota
diciéndole lo que siento y porqué me voy cuando él se acerca,
aunque no sé qué más decirle.
Me
sé una canción que vendría muy bien anotarla con rotuladores de
colores y regalársela, así puedo seguir queriéndole sin que se
entere.
Justo ahora que empiezo a quererte te
desapareces.
Justo cuando tú eres el motor para mi
despertar.
Justo a tiempo para reprocharte que no
me mereces.
Aunque muera con las ganas de volver a
caminar
junto a tiiii.
Ya
la tengo escrita en un folio, y la he decorado con ceras y pegatinas.
Ahora queda lo peor... No sé cómo dársela.
Puedo decirle a mi amiga Sara que ella
se la dé en el recreo. ¡Ay! No. Me moriría de vergüenza si se
enteran los de mi clase. Mejor lo hablo luego con la abuela a ver si se le ocurre algo.
—Abuela, pregúntame cosas del niño
que me gusta.
—¿Lo has visto hoy?
—Sí
—Y
¿qué llevaba puesto?
—Vaya, abuela... Si me haces
preguntas que no me sirven...
(Texto del Libro: "Tesoros y El Mundo de Aroa", de Mercedes Alfaya)
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