lunes, 1 de noviembre de 2010

¡vAyA Lïo!

Mapa de Plutón (¿o es un calamar?)

Tengo un descontrol de narices. Se supone que el ser humano es el único animal capaz de adaptarse a todo; doy fe: me he quedado sin crema del pelo y me eché un poco de vinagre. Pero es que a esto del cambio de hora no le acabo de tomar el pulso, miusted. Con lo bien que llevé lo del euro: tres euros, quinientas pesetas; seis, mil. Cincuenta euros es un billete gordo. El de “Cien” ni lo he visto; pero vamos, que me creo que existe, como Plutón.
En fin, que hoy, a las 14 horas 30 minutos, “que eran las 13 h 30 minutos "(nueva hora oficial) yo decía que no, que eso de comer tan pronto me parecía muy de ´guiris`; en España, por lo general, se almuerza más tarde; of course. Pero como tenía hambre... (en realidad eran las dos y media, hora estomacal) pues nada, que tuve que poner de mi parte y “tragar” con el cambio: se come antes o te las entiendes con tus tripas. Y como todo iba adelantado, pues el café también tuvo que adaptarse al horario. Y a eso de las seis, que eran las cinco, me hice un lío, no me acordé y me volví a preparar otro café. Ahora, con dos ´Saimaza´ naturales, tengo los ojos como platos.
Con la niña sí que anduve con tacto, porque una cría de cuatro años no tiene por qué adaptarse tan rápido a estas loquerías que no hacen otra cosa que descontrolarnos más de lo que estamos. De manera que le di de comer a las dos, que eran las dos: la hora a la que recibe su comida principal (aunque los relojes marcaran la una). Pero claro, he querido acostarla un ratito a la siesta y ahí se me ha desmontado todo.
Y es que a los mayores nos llevan y nos traen por donde quieren, pero a los niños no hay quien los engañe. Resulta que al comer a las 14, que eran las 13, yo la quise acostar a las 15, que eran las 14 , y es cuando me ha protestado, diciendo:
Abuela, ¡que yo siempre duermo la siesta a las 16!

Estoy más liada que el del chiste, cuando decía: “Yo ya no sé si el médico me ha recetado una pastilla después de cada comida o una comida después de cada pastilla”.

6 comentarios:

Annick dijo...

Lo mejor sería de comer cuando uno tiene hambre y dejarse de tantas obligaciones ....pero !!!

Besos desde Málaga.

Mercedes Ridocci dijo...

Muy buena y simpática crítica a esta tontería de los cambios de hora (al menos yo no la entiendo)
¿Pero sabes que te digo? que yo como los niños, sigo mi ritmo.

Un beso

Tempus fugit dijo...

Pues imagínate si te pilla en medio de un viaje a Canarias... Es que somos como niños ¿O no?


besos

Ricardo Guadalupe dijo...

Yo tampoco entiendo lo del cambio de hora. Eso de que anochezca ya a las seis de la tarde me parece muy triste. Quizás lo hagan por eso, para que nos demos cuenta de una vez por todas que hace tiempo que es otoño y que pronto vendrá el invierno.

Muchas gracias, Mercedes, por el apoyo y cariño que me has transmitido por la publicación de mi primer libro, "Palabras literarias", del que hablo en el blog. Tú de palabras literarias sabes un montón, tus relatos están repletos de ellas.
En cuanto tenga más claras las fechas en que estaré por Málaga te aviso.
Un abrazo,
Ricardo

Neogeminis Mónica Frau dijo...

jejjeej efectos impensados delcambio horario!...suele pasar!

abrazos.

Manuel de Mágina dijo...

¡Qué lista esa niña!

Un abrazo.