sábado, 8 de enero de 2011

Estos angelitos traviesos...


Recibir a una diablilla en casa es toda una aventura. Te mantiene joven, ágil, despierta y ocupada (ocupadísima). Te renueva, sí.
Disfruto de Lilo, el conejito que le dejaron los Magos (le acabamos de montar un parque en la terraza). Descubro a Calamardo, Patricio y Arenita. Aprendo a fabricar collares y pulseras de goma; a pintar -con el supermegamaletín de Bob Esponja-. Incluso nos preparamos cafelitos (ay, el juego de porcelana china, ¡qué peligro!)...
La colcha de Macramé abandona su santuario de glamour sobre la cama y se convierte en improvisada alfombra para el mamífero: “Es que el suelo está muy frío, abuela”.
Me lo paso pipa con ella.
La casa manga por hombro, eso sí, pero medalomismo. Vamos que, tropezar con los peluches en el pasillo y casi romperte los piños contra el suelo, apenas resulta una acrobacia divertida.
Acabamos de hacer un trato: ella me enseña canciones nuevas y yo le ayudo a sacar más juguetes del baúl.
"Venga, abuela, esconde los brazos atrás y repite conmigo:
Yo tengo una mano,
la saco a pasear,
la cierro, la abro,
la vuelvo a su lugar.
Yo tengo otra mano, la saco a pasear… "

Ahora, andamos con la decoración de interiores, pegatinas en las puertas, en los muebles, en los espejos, hasta en el cubo de fregar, “Mira qué chuli”...
Toca sección de maquillaje, “Abuela, déjame que te pinte los labios”...
¿Lo mejor?, que encuentras sorpresas por todas partes, "Cierra los ojos, abuela. Ven, dame la mano ... Tachaaán. ¿Te gusta el dibujito que te he pintado en la pared?"...
(Je, je).

Un momento, nos vamos corriendo al baño, se hace pipí.


5 comentarios:

Marina dijo...

¿Angelitos? en mi pueblo dicen que los niños de pequeños te los comerías y de mayores te arrepientes de no habértelos comido. jajajj Saludos.

San dijo...

Una amiga hace muy poquitos meses fue abuela y dice que el amor que se siente en inmenso, casi tanto como el que se siente por un hijo. Espero que disfrutes cuanto puedas.
Un beso

Paseo por las nubes dijo...

Marina, en tu pueblo sí que saben, je, je.
Besotes.

San, no es un amor casi como el que se siente por un hijo, es igual o mejor (será porque te pilla más madura, con más experiencia o con más tiempo). Es algo muy especial. Yo, el día que fui abuela (hace cuatro años), sentí algo así como si, hasta ese momento, yo hubiera sido una gallina, y mis hijos los polluelos que me habían seguido y a los que cuidé y eduqué. Cuando nació ella, la peque,me sentí un Pavo Real que desplegaba su abanico protector sobre todos ellos.

Cuando eres abuela, te vuelves niña otra vez. Además, cuando los peques están contigo, todo pasa a ser superfluo, menos ellos. Te vuelves paciente y te conviertes en lo que quieran: un payaso, una bailarina, un muñeco... Sus besos te saben a poco y su ausencia te deja triste. Si llueve, andarás pensando si a los padres no se les olvidó ponerles las botas. Si hace frío, te cuestionarás si llevará la bufanda. Cuando sales, te fijarás en todos los muñecos y juguetes de los escaparates; también en los de ropa (yo le temo a salir, porque siempre le compro algo). Y si tienes prisa y recibes su vocecita al teléfono, contándote lo bien que se lo pasa en el cole con sus amigos o cantándote la canción de los números, pues a freír monos la prisa; el mundo puede esperar, je, je.

Y no sigo porque me pongo muy pesada cuando hago de abuela, je, je.

Besos

María José Moreno dijo...

Como que se te ve la babilla chorreando de la ilusión que te hace estar con tu nieta...jajaj yo estoy deseando de ser abuela, pero por ahora hay que esperar jajja.
Besos

mar... dijo...

¡Que bonito lo que has escrito!
Mi madre cuando va con alguno de sus nietos va toda inflada, siempre nos dice que ella se siente un pavo real con la cola abierta mostrándola orgullosa.
Ella nos dice que hizo el trabajo (educarnos) con nosotros y que ahora puede dedicarse por completo a disfrutar de los nietos.
Un beso para tí y otro para Aroa