lunes, 20 de septiembre de 2010

Lágrima apache


Cuenta la leyenda que cuando el pueblo apache fue invadido y masacrado por el hombre blanco, los supervivientes de aquel genocidio sólo se preguntaban por qué. Con el alma rota y el silencio desgarrado, se sentaron en el suelo, alrededor de sus hermanos muertos, y lloraron. Cuenta la leyenda que cada lágrima caída, con el tiempo, se convirtió en piedra; una hermosa piedra con poderes curativos que, ahora, el hombre blanco utiliza en su propio beneficio.
Qué curioso…

Al hilo de esta historia que me llegó por una de esas casualidades de la vida (en las que yo no creo), se me ha ocurrido contar algo.

Recluidas en un puro y transparente frasquito de cuarzo (el continente es tan importante como el contenido), guardo mis preciadas lágrimas: las tengo de todos los tamaños y colores. A veces, como un tesoro, las contemplo al trasluz. Algunas ya cristalizaron; se hicieron piedra curativa. En cambio otras, las más recientes, todavía se preguntan por qué.

6 comentarios:

Ave Mundi Luminar dijo...

Tremendo, aleccionador y reconfortante texto, sobre todo esto último porque ... pienso como tu, cuando una lágrima procede de una afecto sincero, termina por convertirse en piedra curativa, para uno mismo o para los demás.

Y si me lo permites, yo añadiría que no debemos olvidar que todos y cada uno con los que de una forma u otra nos cruzamos en la vida, tienen sus propias piedras curativas, aquellas que la experiencia les arrancó en su día en forma de lágrima...

Quizá si fuesemos capaces de recordar esto último, empezaríamos a 'sentir' de verdad a aquellos que nos rodean... pero la vida nos adormece con su canto de sirena... una y otra vez nos adormece...

Gracias por el texto y por la valiosa 'reflexión' que como siempre, induces con tus palabras.

Mercedes Ridocci dijo...

Bella y triste leyenda.

En tu frasquito cristalizarán las más recientes, eso SEGURO, necesitan su tiempo.

Gracias por tu dilatado y sabroso comentario en mi entrada.

Un beso grande, Mercedes

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Lindo giro le diste a la leyenda.

Abrazos!

Ardilla Roja dijo...

Incluso de las lágrimas que viertes eres capaz de sacar algo bello. No sabes cuánto te admiro, Merce.

Ojalá todas, también las mías, se conviertan en piedras curativas para alguien.

Un fuerte abrazo, amiga.

Mar dijo...

Me encanta cómo escribes, Mercedes. Todo lo que transmites al contarnos esa leyenda y lo que te sugirió. Aprovecho este comentario para decirte que estoy contentísima de que hayas vuelto.

Paseo por las nubes dijo...

Ave, Mercedes, neogéminis, Ardilla, Mar, mil besos de lágrima apache.